Mi música****

martes, 8 de septiembre de 2009

La rosa negra/ Cap.3- ¿Final feliz?

Bueno, aquí está, el capitulo final de La rosa negra y el epílogo. Por favor perdonar la espera. Y decidme si os ha gutado el final, yo creo que quedó bien.
Comentarios pliss!!


No sabía por que RN estaba comportándose tan bien conmigo, pero no me iba a quejar, eso seguro.
No sé, el chico no parece un asesino, más bien ha sido bastante majo, pensé mientras me metía en la cómoda cama.
No hay que engañarse, es un criminal y ya está, punto, me repetía una y otra vez.
-Pero es que parece tan guapo y fuerte y…está buenísimo, y…
-Que no, que no puedes liarte con él, hija, no se puede.- me contestó la voz de la razón. Creo que voy a llamarla VR- Voz de la Razón. (¿Qué pasa? Soy aficionada a poner motes)
-Yo no me quiero liar con él.
-Yaaaaa… Eso no te lo crees ni tu.-dijo VR burlona.
-Solo digo que parece simpático y majo, y… guapo- me defendí
-…Y asesino, y… despiadado,… ¡Por amor de Dios Zeisel que mosca te picó! ¡Que es un asesino, cuantas veces tengo que repetírtelo!
-M… no sé pero es que…- me interrumpo en medio de la frase y me doy cuenta de una cosa- Un momento… ¡¿Qué hago hablándome a mi misma?! Ya está, me volví majara, loca de remate…
-Duerme y calla.
-No me digas que hacer extraño yo interior.
Y así me dormí esa noche, discutiendo conmigo misma. (Nota de la autora:
Laura-Sii… lo sé a Zeisel le falta un tornillo. Pero bueno, a vosotras nunca os a pasado que empezáis a hablar de vuestros problemas interiormente??
Lector- No, ejem..ejem…
Laura- Pues yo si. Será entonces que a mi tambien me falta un tormillo…
Lector- Bueno, Vaaale… sigue escribiendo anda, y déjate de tonterías.
Laura- Si señor.)
El caso es que al levantarme estaba en una especie de shock post secuestro que todo me daba igual. Deberíais de haberme visto, parecía borracha. Bueno, el punto es que cuando se me pasó me di cuenta de la gravedad de la situación y empecé a estresarme.
A eso del mediodía yo ya estaba que echaba humo de tanto pensar una y otra vez cómo escapar y de que una y otra vez mis planes se vieran fustrados.
Os cuento, lo primero que se me vino a la cabeza fue saltar por la ventana. Y yo, muy lista la niña, no me puse a pensar que si estábamos en un piso alto podía acabar partiéndome la crisma. No estábamos en un primero, tampoco en un segundo. ¡Estábamos en un quinto! Así os lo digo, bueno, como ya supondréis me cagué totalmente al ver la altura.
Lo segundo que hice fue lo típico de coger una horquilla del pelo e intentar abrir la cerradura de la puerta. Vamos, lo único que conseguí fue una horquilla doblada y un par de uñas rotas.
A estas alturas yo ya estaba bastante cabreada y lo único en lo que podía pensar era en salir de aquí. Y no se me ocurrió nada mejor que ponerme a gritar como una loca. RN se acercó a la habitación para tranquilizarme pero no abrió la puerta por miedo a que me abalanzara sobre él. Ah, chico listo, pensé.
Y aquí estoy yo, esperando a que alguien me traiga la comida, que ya eran horas.
Como si me hubiese leído el pensamiento una sirvienta acababa de entrar con una bandeja de comida.
La mujer era fuerte y ya pasaba de los treinta y cinco. Su mirada era dura y severa, me miró con reaprobación, dejó la comida en una mesa, y entonces…¡Toma! Sermón que te crió.
La mujer me empezó a hablar de que no gritara, que a quien se le ocurría molestar tanto simplemente por estar un poco encerrada y que no le iban a hacer nada.
Yo me la quedé mirando con cara de:``Usted es tonta o come bolitas. No sé si se a dado cuenta pero…¡Estoy secuestrada!´´
Antes de que pudiera decirle cuatro verdadades cerró la puerta y se fue.
-¡Las muchachas de hoy en día son todas unas blandas!- se escuchó despotricar a la señora por el pasillo.
Bufé exasperada, ni que fuera mi madre.
Me comí todo y empecé a maquinar como podría escapar, pero antes de que se me ocurriera otra cosa que no fueran locuras RN entró al cuarto.
-Hola- dijo él.
-Hola- como siempre llevaba el antifaz puesto, solo podía ver sus ojos, eran muy muy extraños, de color rojo, no exactamente. La primera vez me habían parecido rojos pero si lo miraba con más detenimiento me daba cuenta de que eran naranjas. Nunca había visto unos ojos de ese color.
-Mira, vengo para hacer un trato.-dijo serio.
-¿Qué trato?
-Si te soy sincero no quiero hacerte daño y bueno… pues pensé que podía llevarte a tu pueblo otra vez y dejarte en paz si tu me prometias no contarle nada a nadie sobre esta casa o sobre mis rasgos físicos.
Me lo pensé un poco, para hacerle esperar. Aunque yo ya sabía cual iba a ser mi respuesta.
-¿Y que les diría?
-Que te tuve con los ojos tapados siempre en mi presencia y que no pudiste ver nada.
-De acuerdo. Lo prometo. Ahora tú promete dejarme en paz a mi y a mi padre.
-Lo prometo.
Me sonrió y yo le devolví la sonrisa.
-Bien, asunto zanjado. En una hora salimos, vale?
-Vale.

Me eché una siesta en la cama y poco después RN vino a recogerme.
Como la otra vez, nos montamos en su caballo, yo delante y él detrás. La diferencia es que la otra vez había estado muy ocupada intentando desatar las cuerdas como para fijarme en la proximidad del chico.
Se instaló un incómodo silencio a lo largo del viaje.
Alrededor del castillo de papa había un bosque, el mismo en el que había estado leyendo cuando me secuestró. Allí paró y desmonté.
-Bueno, adiós-dijo él con evidente melancolía.
¡No!, grité yo interiormente. Yo no quiero que te vayas. ¡No quiero, no quiero!
RN, que notó mi angustia, se inclinó y me dio un suave beso. Apenas fue un roce de labios pero a mi me pareció maravilloso.
-No te preocupes, pequeña fiera, nos volveremos a ver.
Y sin más, se fue.
Me mordí el labio y me insté a caminar hacia el castillo. Cuando entré se formó un gran alboroto, mi padre corrió hacia mi y me dio un gran abrazo.
Después de tranquilizarlo con que estaba bien y que no me habían hecho nada empezaron las preguntas, cómo ya habíamos planeado les dije que no pude ver nada y nadie cuestionó mi palabra.
La vida pasaba normal y lentamente para mi. No se había vuelto a saber de La rosa negra.
Tres meses después se dio la noticia de que habían matado a La rosa negra. Cuando me lo dijeron tuve que simular alegría, cuando lo que quería era echarme a llorar. Y lloré, por la noche en mi habitación, donde nadie podía oírme lloré.







Epílogo
Doce meses más tarde, en un baile de la familia Nicloks…
Yo no quería estar allí, aborrecía los bailes, en realidad aborrecía todo menos leer desde aquel día que me dieron la noticia de que el mayor criminal de esos tiempos, y mi amor secreto, había muerto.
Me senté en una silla un poco apartada y saqué un libro pequeño que llevaba a todas partes.
Cuando ya había puesto toda mi atención en la historia y estaba metida en ella una sirvienta se me acercó.
-Disculpe, señorita, pero el caballero de allí le manda una rosa y una tarjeta.
Miré con curiosidad la rosa, que ra negra y depuse cogí la tarjeta.
-Puedes retirate-le dije.
La nota decía:
¿Pensabas que te iba a olvidar pequeña fiera? Te dije que nos volveríamos a ver. Y yo siempre cumplo lo que digo. Seguramente ahora estes pensando:``esto tiene que ser una broma, La rosa negra está muerta´´.
Bien, no es así. Después de dejarte con tu padre me di cuenta de que no podía seguir con esa vida y monté una trampa para que creyeran que había fallecido.
¿Quieres bailar conmigo?
RN- Robert Nicloks
Una sonrisa se formó en mi cara. Ya sabía yo que no podía estar muerto.
Miré la firma y recordé lo que me contestó cuando le pregunté su verdadero nombre.
*******Flash Back*******
Casi habíamos llegado a mi pueblo cuando me acordé de que nunca le había preguntado su nombre.
-Oye, RN una cosa, cual es tu verdadero nombre?
-Te voy a dar una pista, tiene las iniciales RN, R por mi nombre y N por mi apellido.
-¿Qué coincidencia no?
-No, la verdad es que puse La rosa negra por que tenía las iniciales de mi nombre. Pero sólo tu me has llamado RN.

********End Flash Back********
DIOS!! No me lo podía creer La rosa negra estaba viva y era Robert, el mayor de los hermanos Nicloks.
Miré hacia dónde estaba él, hablando con su padre, y me dí una bofetada mental por no haberme dado cuanta.
Es que no podía ser más obvio, en serio. Tenía los ojos de color anaranjado, el pelo negro, alto y fuerte. Era él.
En ese momento él se dio cuenta de mi escrutinio y nuestras miradas se encontraron. Él se levantó de su silla y se encaminó hacia mi.
Yo ya no podía ni respirar, si mi corazón latía más rápido temía que se me fuera a salir del pecho.
No había duda, era él…
-------Fin-------

1 comentario:

  1. quiero q sigas
    :D
    mas bueno el fiinal
    xfin van a estar
    iio sabia q se ivan a enamorar
    :)

    ResponderEliminar