Mi música****

viernes, 28 de agosto de 2009

La rosa negra/ Cap.2- Pequeña fiera

``¿Por qué?, ¿Por qué?...´´ Es la pregunta que rondaba la cabeza del joven asesino.
``No lo entiendo ´´, se repetía,``He matado a más personas de las que puedo recordar, sin ningún remordimiento después. Hacía mucho tiempo que mi `pepito grillo´ se había marchado dejándome la vía libre para vengar a mi padre de todas las personas que contribuyeron a su muerte. Como por ejemplo el padre de Zeisel. Y eso nos lleva de vuelta a el centro de mi problema. Zeisel… ¿Por qué no puedo simplemente mirarla a los ojos, decirle que odia a todos los de su clase y a ella y arrebatarle la vida; como tantas veces había hecho ya?´´
Una vocecita en mi interior me contestó.
Por que, ya lo primero, si decidieras matarla, nunca podrías mirarla a los ojos antes de hacerlo. Por que ellos te atraparían en sus profundidades antes de que pudieras siquiera darte cuenta.
Por que no la odias. Por que en, realidad, no tienes razones para hacerlo. Por que ella no tiene ese brillo de codicia en la mirada que tienen todos los nobles, más bien parece una de esas pocas personas que ayudan sin esperar nada a cambio.
Por esas y muchas más razones no puedes matarla, ni siquiera lo intentes, no lo lograrás.
Él no quería aceptar aquellas cuatro verdades. Pero siempre había sido un hombre práctico, así que decidió dejar de darle vueltas, y empezó a pensar que haría con aquella muchacha si la muerte estaba descartada. No la podía mantener presa mucho tiempo, antes o después su padre mandaría soldados para buscarlo a pesar de su amenaza de que no lo hiciera. Y lo de entregarla como esclava solo lo había dicho para amedrentarla, no era cierto.
Siguió pensando en el tema hasta que se dio cuenta de que su acompañante estaba demasiado callada y quieta.
Miró disimuladamente por encima del hombre de la chica. Y, para su sorpresa, descubrió que las manos, que antes estaban atadas, ahora estaban libres e intentando buscar una posición segura para, supuso él, saltar del caballo.
¿Cómo consiguió desatar las cuerdas? Las apreté bastante y le puse un nudo especial que utilizaban los marineros, no creo que…. ¿será posible que conozca ese nudo? No encuentro otra explicación.
Una sonrisita curvó sus labios, la chica si que era `diferente´.
Mientras tanto Zeisel se había acomodado y saltó antes de que se lo pudiera impedir. Estaban a poca distancia de un pueblo, así que podía dar con él y avisar a alguien.
No lo podía permitir.
Rápidamente, paró el caballo, se bajó y ató las riendas a un árbol cercano. Todo esto en un tiempo record, por lo que cuando acabó, aún alcanzó a ver como la chica se internaba en el bosque.
Salió corriendo detrás de ella, intentando atraparla. Pero no lo conseguía, Zeisel esquivaba con destreza todos los obstáculos que se le ponían delante. Si no fuera imposible diría que estaba bastante familiarizada en correr por el campo.
Primero lo del nudo de marinero y ahora esto. ¿Dónde educaron a esta refinada `señorita´?
Estuvo persiguiéndola unos diez minutos. Ya se veía que los dos estaban bastantes cansados cuando Zeisel redujo la marcha.
Esta es la mía, pensé.
Con un último esfuerzo la agarró del brazo.
-¡Suéltame!- gritó.
-Si claro, ahora mismo-dije con ironía.
Ella empezó a dar patadas y a retorcerse en sus brazos.
-¡Estate quieta!
-Si claro, ahora mismo- repitió ella lo que le había dicho hacía unos segundos el chico.
-No te pongas graciosa, pequeño fiera.
-Yo no soy una pequeña fiera
-Lo que tu digas- repliqué mientras empezaba a andar hacia el caballo.
Cuando llegaron la subió al semental y, esta vez, en vez de atarla pasó un brazo por sus hombros firmemente pegándola a él. Con la otra mano cogió las riendas.
-Ahora, pequeña fierecilla, explícame cómo es que sabías desatar la cuerda.
-Pues no sabía, solo probé y ya…
-Venga, y yo soy la reina de Inglaterra- dije en tono burlón- Era un nudo muy difícil, nadie lo quita así como así. No me tomes el pelo.
-De acuerdo, de acuerdo, RN. Mira, lo que pasa es que tengo un amigo que es marinero y cuando viene a mi casa me enseña ese tipo de cosas.
-¿RN?
-RN, Rosa Negra, tu nombre es muy largo.
-No es muy original, ¿no?
-Supongo que no. Dime entonces un nombre.
-¿Crees que soy tan tonto como para decirte mi nombre?
Zeisel hizo una mueca.
Nos pasamos así todo el trayecto hasta mi guarida, discutiendo sobre como me llamo. Al final acabó llamándome RN.
Bajamos de mi montura en frente de una vieja mansión. Todos creían que estaba desabitada y nadie sabía de quien era, había estendido un rumor de que estaba encantada, así ningún curiosa podría pillarle mientras dormía.
Parecía abandonada, pero en el interior contenía todo tipo de lujos, él vivía bien.
Llevó a Zeisel a una habitación y mientras caminaban notó que cojeaba un poco.
Se habrá hecho daño antes, mientras escapaba.
Un instinto protector que no sabía que tenía me hizo tumbarla en la cama y preguntarle con preocupación que le pasaba.
-No me pasa nada- dijo ella, tozudamente.
-Venga, se que te heriste la pierna, déjame ver.
-No.
-Zeisel….-le advertí.
-Está bien, puede que me arañara un poco con los tojos.
Se remangó la enagua y dejó a la vista un feo corte en la rodilla.
Fui a buscar un maletín de primeros auxilios, que tenía por si me herían. Le eché un remedio cicatrizante al corte y le puse una venda.
-Ya está-dije con un deje de satisfacción.
-Gracias- contestó mirándome con esos preciosos ojos.





P.D: Perdón otra vez por la tardanza. Sorry, Sorry, mil perdones!!

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